La familia González ha decidido quedarse con la mayor parte de la roca, con el objetivo de decidir con calma qué pretenden hacer con ella.
| abril 11, 2014
ESPAÑA: Como buena niña de 11 años, el 9 de julio de 1931 a primera hora de la mañana Rosa González se dirigía al centro de su pueblo a hacer unos recados para su madre. De repente el cielo se tornó extraño y varios truenos sucesivos precedieron a lo que ella creyó ser una pequeña bola de fuego. El objeto, aún caliente, cayó frente a ella. Extrañada y curiosa lo cogió. No sabía de donde había salido, pero lo guardó como un tesoro en una cajita en su casa, donde permaneció más de ochenta años. Concretamente 83 años lo tuvo guardado en su vivienda de Ardón (León) Rosa, ahora una apacible nonagenaria leonesa, hasta que el año pasado uno de sus sobrinos, con claro interés científico, empezó a preguntarse si la pequeña roca que su tía guardaba con cariño podría ser de origen extraterrestre.
Para ello, José Luis González contactó con el CSIC, concretamente con el astrofísico Josep M. Trigo, y le mandó una primera imagen. Al final les hizo llegar la roca y un grupo de investigadores internacionales, liderados por el propio Trigo, comenzaron a practicarle diversos análisis. Pronto lo clasificaron como "condrita ordinaria de clase L6", un tipo de meteorito muy común, del que ya se han encontrado más ejemplares en España. Eso sí, Ardón no es demasiado grande, su masa inicial era de 5,48 gramos, aunque ahora, tras las pruebas realizadas, tiene un peso de 3,6 gramos.
"Una niña de 11 años nos ha brindado una joya a sus 94", comentaba este jueves con entusiasmo el astrofísico, que trabaja para el Centro Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Ciencias del Espacio. Como si de una clase de secundaria se tratara, Trigo explicaba que el meteorito Ardón (bautizado con el nombre del pueblo donde se encontró) perteneció a un asteroide que jamás se calentó suficiente como para formar un planeta. "Hace 26 millones de años la roca que produjo Ardón salió despedida de su asteroide por un gran impacto", llegando así a las manos de Rosa en un pequeño pueblo de León a principios del siglo pasado.
Este descubrimiento arroja luz sobre la formación del Sistema Solar, un fenómeno todavía lleno de incógnitas que científicos como Trigo se afanan en aclarar, no sin ciertos obstáculos hoy en día. "Cada vez es más difícil contratar científicos en este país", criticaba el astrofísico del CSIC, que hizo entrega este jueves de una lámina del meteorito al director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que lo expondrá en una sala dedicada a este tipo de objetos. Actualmente, el centro expone más de dos centenares de piezas pertenecientes a 160 especímenes distintos.
La familia González ha decidido quedarse con la mayor parte de la roca, con el objetivo de decidir con calma qué pretenden hacer con ella. Aun así, Josep M. Trigo adelantaba la voluntad de esta de cederlo a los fondos de un museo, no sin antes exhibirlo durante un tiempo en su pueblo. Es más, el científico del CSIC asegura la voluntad del centro de organizar algún encuentro de divulgación científica en la localidad leonesa, que ha entrado ya a formar parte de la historia de la astrofísica.
Según Trigo, antes de impactar contra el suelo, Ardón se convirtió en un "bólido" que en su contacto con la atmósfera es normal que produzca estallidos o truenos consecutivos como los que se oyeron aquella mañana de 1931 en el pueblo de León y que fueron recogidos por la prensa de la época. "El estudio de estos objetos ha contribuido a que dejen de llamarse ovnis" u ‘objetos voladores no identificados’, dado el afán de la ciencia por identificar estos fragmentos rocosos, procedentes de asteroides.
¿Sesenta años sin que cayera ninguno en España?
Josep M. Trigo explicaba este jueves que existe una brecha de 57 años en los que no se registró ninguna caída de meteoritos en España, lo cual es bastante raro. "Tuvo que haberlas, ya que lo normal es que haya una media de una al año de objetos que pesen alrededor de un kilogramo". Esto ha llevado a pensar a los científicos que, igual que hiciera Rosa en su día, muchas otras rocas de este tipo podrían estar ocultas en manos privadas. "No es que tengan un valor económico importante, sí científico", apuntaba el experto del CSIC, que hizo un llamamiento sobre la importancia de dar a conocer estos hallazgos. "Los meteoritos forman parte de nuestro patrimonio geológico y exigen ser preservados". Precisamente ese es el propósito de la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad de 2007. Sin embargo, Trigo reconoce que es algo laxa, no como la argentina, país en el que quedarse o lucrarse con estas piezas está perseguido penalmente. Aun así, "es fácil encontrar en e-bay trozos de meteoritos por unos dos euros el gramo", lamentaba el astrofísico. Aun así, "este tipo de meteoritos no van a convertir a nadie en millonario".
El CSIC viene estudiando la caída de meteoritos en España desde el siglo XIX. La última registrada tuvo lugar en Puerto Lápice en 2007 y en ese caso el objeto pesaba medio kilo. "Ardón es la de menor masa que hemos conocido que cayera en nuestro territorio", según Trigo, que destaca que los meteoritos de mayor peso que han aterrizado en España han sido de 150 y 144 kilos. El primero cayó en Olivenza (Extremadura) en 1924 y el segundo, en 1858 en Molina (Murcia). Aunque no se trate de una roca enorme, la historia de Ardón tiene mucho más de literaria y quizás aparezca reflejada en el futuro en alguna novela o película.
(teinteresa.es)
