Panamá y México se protegen del tráfico de migrantes


Los dos países acaban de poner en marcha mecanismos para hacer frente al creciente flujo de migrantes provenientes de otros países de América Latina e, incluso, de Asia y África.


Noticia Radio Panamá | Panamá y México se protegen del tráfico de migrantes

| noviembre 20, 2016


El problema de los migrantes se ha visibilizado de manera notoria en este año 2016 por la crisis que está vivienda Europa y la oleada de extranjeros que huyen de los conflictos en numerosos países de Oriente Medio, Asia del sur, África, y los Balcanes, entre otros, y que solo en el año 2015 hicieron que a territorio europeo entraran a la fuerza más de un millón de personas.

Pero este tema no es exclusivo de esas regiones, pues América Latina durante años ha debido enfrentar problemas similares que golpean de manera muy particular a México y Panamá como ‘países puente’ en el sueño de muchos seres humanos de llegar a los Estados Unidos. La situación ha sido tan extrema que Panamá, por ejemplo, tuvo que cerrar la frontera terrestre con Colombia para frenar ese tránsito de personas en condiciones ilegales, quienes de alguna manera aún siguen usando el llamado Tapón del Darién para cruzar desde Suramérica hacia el istmo y luego a otras naciones centroamericanas para ingresar a México y buscar algunos de los difíciles pasos hacia el país del norte.

La historia recuerda que durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX el origen de esta migración irregular provenía básicamente de Cuba, al comienzo mediante embarcaciones frágiles que llegaban a las costas estadounidenses, pero luego usando países de tránsito para eludir los crecientes controles impuestos por las autoridades.

Pero Cuba se ha frenado un poco en este siglo XXI como país origen de migrantes y, en cambio, los conflictos internos, los altos niveles de pobreza y exclusión, la falta de oportunidades y las historias llenas de fantasía sobre riqueza fácil en Estados Unidos, han hecho que esta migración ilegal esté en alza desde Venezuela, por sus problemas políticos internos, desde Colombia, que aún no ha podido terminar su guerra interna de más de 50 años, y desde otras naciones como Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay e incluso de países más australes.

Además, al continente también llegan migrantes asiáticos y africanos en gran cantidad y todos ven como “puente perfecto” el largo corredor de la carretera Panamericana que los ubica en países del sur, avanzan hacia Ecuador y Colombia, y buscan alternativas a través del Darién o rutas marítimas clandestinas que cobijan a Panamá y México.

Frente a esta situación, el próximo 2 de diciembre se instalarán las reuniones de un grupo de trabajo que se encargará de estudiar mecanismos de intercambio y verificación de información con fines migratorios.

La idea, según los presidentes Juan Carlos Varela, de Panamá, y Enrique Peña Nieto, de México, quienes se reunieron el pasado lunes, 14 de noviembre, es lograr un proceso de migración digno, ordenado y seguro, siempre apegado al respeto de los derechos humanos, pero que frene el uso de los dos países para el tráfico de migrantes.

Adicionalmente, según el presidente Varela, con el acuerdo se permitirá avanzar en el intercambio de información sobre los viajeros que llegan a uno y otro país, y lograr que quienes lo hagan de manera irregular o con fines delictivos, puedan ser detenidos en las fronteras panameñas o mexicanas.

Y es que las cifras sobre tráfico de migrantes generan alarma, pese a que por las mismas dificultades que provocan el problema no son consolidados sino de estimativos. Un informe entregado por Interpol con corte a julio, señala que en este 2016 en América Latina hubo redadas coordinada por las autoridades regionales que permitieron el rescate de más de 2.700 personas víctimas de este tráfico, y el arresto de 134 implicados en participar en al menos siete redes de crimen organizado.

Entre las víctimas no solo figuraban personas que voluntariamente querían llegar a Estados Unidos a cumplir el falso ‘sueño americano’, para lo cual destinaban los ahorros de sus vidas, sino jóvenes reclutados a la fuerza para explotación sexual y mano de obra barata.

Con el trabajo de Panamá y México, los dos países se colocan a la vanguardia de acciones que pretenden frenar la tragedia de miles de personas que sueñan con una vida mejor, pero que terminan en el infierno de las redes que tienden los traficantes de seres humanos.

 

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