Tecnoestrés: trastorno por uso de nuevas tecnologías


El uso continuo de dispositivos tecnológicos puede generar ansiedad, aislamiento y desconcentración.


Noticia Radio Panamá | Tecnoestrés: trastorno por uso de nuevas tecnologías

| octubre 14, 2020


Sentir que el celular vibra, a pesar de que no lo lleva consigo; ansiedad por no recibir respuesta rápida, después de enviar un mensaje; o incomodidad por no tener un dispositivo cerca para comunicarse pueden indicar el padecimiento de algún desorden psicosomático producido por el uso de algunas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

El psicólogo Juan Guerrero recopiló durante cuatro años algunas de estas manifestaciones que hacen parte de la vida cotidiana.
“Son innegables las ventajas que traen estos artefactos, pero hay que tener en cuenta las consecuencias de su uso compulsivo, lo cual ha venido induciendo, por ejemplo, al aislamiento social”, comenta Guerrero, director del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional. Este es solo uno de los desórdenes producidos por el uso continuo de teléfonos inteligentes, tabletas, portátiles y hasta computadores de mesa.

De acuerdo con el investigador, uno de los trastornos más comunes es la nomofobia o miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. El término es una abreviatura de la expresión inglesa no-mobile phobia y fue acuñado después de que la compañía de seguridad en internet Securenvoy llevara a cabo un profundo estudio sobre este tema en el Reino Unido.

No tener el móvil a la mano puede crear inestabilidad, agresividad y dificultades de concentración. Del mismo modo, se puede presentar ansiedad cuando queda poca batería o cuando no hay cobertura.

También puede producir desórdenes como el síndrome de vibración fantasma que, según el profesor Guerrero, es la sensación de sentir vibrar el dispositivo a pesar de no llevarlo o de tenerlo apagado.

Neurólogos de la Universidad de Maryland aseguran que esto se debe a la costumbre que se ha adquirido de estar continuamente recibiendo llamadas y mensajes a lo largo del día, lo que conlleva a que la parte del cuerpo que normalmente está en contacto con el móvil perciba la ‘vibración fantasma’, aunque no se esté recibiendo ninguna llamada en ese momento. Estos investigadores, quienes usaron el término por primera vez, determinaron que el 80 % de las personas experimentan dicho fenómeno.

Para el profesor Guerrero, este síndrome también puede estar acompañado de textofrenia: tensión y confusión por creer que el móvil recibe constantemente mensajes o notificaciones, sin que esto realmente suceda; y taxofrenia: estrés que se percibe cuando el teléfono no suena o nadie escribe.

Sin duda, una de las patologías más extendidas es el phubbing. La mejor forma de explicarlo es mediante los múltiples ejemplos que vemos en restaurantes, eventos sociales, reuniones y hasta en la propia casa, donde las personas, a pesar de estar juntas, están pendientes de sus respectivos teléfonos, situación que empobrece la comunicación entre ellas.

En el comedor o en la sala de la casa es conocido el aislamiento en la vida familiar. Cada miembro, a excepción de la mascota, tiene un dispositivo de estos en la mano, cuando deberían estar compartiendo y dialogando sobre su diario quehacer”, expresa el docente.

Por otro lado, el acto de menospreciar o ignorar a quienes nos acompañan y prestar más atención al móvil está afectando hasta las relaciones de pareja, debido a que estar frente a una persona que se dedica a atender su teléfono puede hacer sentir vulnerable y menospreciado al otro. Por lo tanto, disminuye el compromiso, la atención y la empatía hacia el cónyuge.

Este fenómeno, además, se encuentra en las aulas de clase. El profesor recuerda que mientras se desarrollaba la conferencia de un invitado suyo, él se desplazaba por el auditorio y veía gente dedicada a actividades relacionadas con sus dispositivos portátiles.

Por eso, tenemos que hacer una especie de pacto de confianza con los estudiantes, para que ellos y el profesor no utilicen estos aparatos, a menos que sea indispensable para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estas personas andan en otro asunto, viendo películas, jugando o chateando. Hay páginas que definitivamente los sustraen del escenario de la clase, afirma Guerrero.

Otro de los desórdenes evidentes en clase es el llamado “efecto Google”, que es la tendencia a buscar información mediante motores de búsqueda, en lugar de recordarla. El fenómeno fue descrito y nombrado por primera vez, por Betsy Sparrow, Jenny Liu y Daniel Wegner, de las universidades de Columbia, Wisconsin y Harvard, respectivamente, en el 2011.

Finalmente, el director del Departamento de Psicología de la U.N. indica que la facilidad de acceso a internet en la sociedad moderna hace que las personas sean más propensas a olvidar ciertos detalles que ellos creen que son accesibles en línea. Por fortuna, esto todavía no les impide olvidar datos que con seguridad no encontrarán en la red.

 

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