Panamá en la colonia, un legado de trabajo para el desarrollo


Desde que Bastidas recorrió las costas del Atlántico y Núñez de Balboa avistó el Pacífico, Panamá ha sido el centro de grandes expediciones como las de hoy, las de conquistar el futuro.


Noticia Radio Panamá | Panamá en la colonia, un legado de trabajo para el desarrollo

| agosto 31, 2016



Casco Antiguo – Ciudad de Panamá

     Llegar a Panamá es quedar inmerso en una fascinante mezcla de historias antiquísimas y sueños futuristas. Recorrer su territorio significa disfrutar la rica cultura colonial, pero también el legado indígena que sobrevivió a la conquista española y, por supuesto, la fascinante evolución de un pueblo que luchó por su independencia de España y luego por su separación de Colombia, para convertirse en uno de los puntos básicos para el futuro de la humanidad por tratarse, como se decía desde las épocas coloniales, de “un país de tránsito” que hoy es vital para muchas naciones.

Y es que por Panamá no solo transita un comercio enorme, sino también fascinantes relatos a partir de las familias indígenas, de los pueblos amerindios que compartían costumbres y recibían la influencia de grandes grupos nativos de América Central y Sur, pero que fueron diezmados durante la conquista por la fuerza invasora de los españoles y la aparición de enfermedades que los extranjeros trajeron del Viejo Mundo y sobre las cuales no había inmunidad natural, ni sus medicinas eran suficientes para curarlas.

Los del istmo eran pueblos organizados, aunque independientes, tenían sistemas económicos sólidos en los que compartir hacia parte de sus fundamentos, pese a que generalmente eran autosuficientes.

Su modo de vida fue tan fuerte que hoy, pese a los profundos cambios que ha sufrido la humanidad en más de cinco siglos, aún sobreviven varios grupos étnicos, entre ellos los Dorasques y los Chánguenas, que mantienen intactas algunas de sus costumbres.

 

LA CONQUISTA

 

Rodrigo de BastidasNo fue Colón, fue Rodrigo de Bastidas el primer español en recorrer en 1501 las costas panameñas en su largo camino desde Venezuela y Colombia en busca de nuevas tierras y riquezas. Ingresó por el Golfo de Urabá, pasó por la actual provincia de Colón y estuvo en el archipiélago de la comarca de San Blas.

 

 

Pero luego llegó Colón en 1502, durante su cuarto y último viaje Cristobal Colóna América. Colón fue el primero en admirar esta extraña y fascinante tierra que sirve de “puente” para unir el continente y que, además, es bañada por dos mares totalmente disímiles, que como dicen Alfredo Castillero Calvo y Fernando Aparicio en su ‘Historia general de Panamá’, es un rompecabezas geográfico con gran diversidad de idiomas, costumbres, ambientales, topográficas; en fin, una tierra que el descubridor de América vislumbró entonces como un gran emporio para el futuro, pese a que no sabía de la existencia de lo que luego se llamó el Océano Pacífico.

Vino la época colonial en la que las minorías blancas provenientes de Europa y los criollos se establecieron como las etnias más importantes de la región, desplazando a los indígenas no solo con su presencia, también con la llegada de los negros que representarían la mano de obra y los esclavos de la nueva jerarquía española.

Fue una época larga y muy complicada, no solo por la lucha contra la clase española, sino también luchas internas representadas por los americanos. Los españoles se impusieron como raza dominante, radicaron sus costumbres, su vestuario, sus fiestas, entre otros. Los negros llegaron posteriormente, de 1600 a 1700, formando una minoría que era empleada para los trabajos difíciles y de exigencia física.

Con los esclavos africanos se avanzó en la construcción de templos, fortalezas, puertos, edificios administrativos del gobierno colonial, conventos. Pero también fueron gran soporte para la nueva economía, basada en la explotación minera y de grandes haciendas para agricultura y ganadería. Portobelo, Natá, Santiago, Parita, Tonosí, Los Santos, Montijo, Antón, Penonomé, Chorrera, Remedios, Soná, La Palma en Las Tablas y la Ciudad de Panamá, son un legado de ese trabajo.

Legado que hoy es parte del enorme turismo de Panamá y que comienza en el casco antiguo de la capital con construcciones imponentes, unas convertidas en sedes de gobierno, otras en escenarios de cultura, unas más en los templos que destacan la religiosidad heredada desde entonces y muchas convertidas en sitios de sano esparcimiento en los que también se ofrece buena parte de la herencia gastronómica, mezclada con lo más sofisticado de la nuevas propuestas para el paladar provenientes del mundo entero.

 

VASCO NÚÑEZ DE BALBOA Y EL MAR DEL SUR

Para Colón fue claro que la tierra no era cuadrada y se aventuró en el Atlántico hacia el oeste en busca de “Las Indias”. Pero fue Vasco Núñez de Balboa quien en 1513 decidió ir en busca “de otro mar”, sobre el que había escuchado de boca de Panquiaco, el hijo mayor de Comagre, uno de los caciques cuyos territorios fueron conquistados por este español.

El conquistador escuchó sobre este mar “lleno de riquezas” y decidió organizar una expedición que partió el 1 de septiembre y de 1513, y que tras 25 días de intensas caminatas en medio del bosque espeso y difícil dio los frutos esperados. Núñez de Balboa se adelantó, escaló la cordillera dominada por el río Chicunaque y el 25 de septiembre hacia el mediodía logró la cima y observó en el horizonte el nuevo mar, “el Mar del Sur.

Cuentan los historiadores que fascinado por el descubrimiento caminó más rápido y cuatro días después alcanzó las costas, penetró en las aguas del mar descubierto, levantó sus brazos, sostuvo su espada en una de sus manos y en la otra un estandarte con la Virgen María para tomar posesión del mar.

 

 

PANAMÁ, NUEVA CIUDAD PARA CONQUISTAR EL SUR

El descubrimiento del Mar del Sur, que luego fue llamado Océano Pacífico por la aparente calma de sus aguas, sirvió de apoyo para el proceso conquistador y fue así como Pedro Arias Dávila fundó el 15 de agosto de 1519 la Ciudad de Panamá, que se convirtió en la primera ciudad de los españoles sobre el nuevo mar.

Aquí se impuso el legado de Vasco Núñez de Balboa, nombre que hoy es muy destacado dentro de la vida de la ciudad y del país, como quiera que la moneda oficial lleva su apellido, el cual también está en la máxima distinción que impone el Gobierno de Panamá y muchas plazas, parques, calles y avenidas han sido bautizadas en su honor.

Desde este punto, los colonizadores de España tuvieron nuevas perspectivas, miraron hacia el sur y tomaron a Panamá como punto de partida para su expansión hacia otras zonas de América Central y luego hacia Perú.

Hoy desde Panamá se tiene una visión similar: su horizonte es muy amplio y desde estas mismas tierras y estos mismos mares, se mueve gran parte del comercio, el desarrollo y la expansión económica de la humanidad.

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