La leyenda contemporánea de Lionel Messi, un mito construido con imágenes


Messi lleva 234 en todo tipo de competencias con el Barcelona


Noticia Radio Panamá | La leyenda contemporánea de Lionel Messi, un mito construido con imágenes

| marzo 22, 2012


EFE

Como ya no quedan adjetivos que no suenen redundantes o efectistas (en cualquier caso, vanos), los periodistas empiezan a hurgar en las características de los 234 goles que acaban de convertir a Messi en el máximo goleador en la historia del Barcelona.

Cuántos con la izquierda, cuántos con la derecha y con la cabeza. Cuántos de visitante, cuántos en los segundos tiempos. El tamaño de la proeza da para hilar fino hasta hastiarse.

Y, por supuesto, todos y cada uno de los goles de Messi, desde el día de su debut, pueden verse del derecho y del revés con sólo conectar la computadora.

En un momento en que arrecian las comparaciones (¿es el mejor de todos los tiempos?, ¿ya superó a Maradona?, ¿la falta de un título mundial con su selección lo coloca en un rango inferior a Pelé?, etcétera), conviene apuntar este rasgo distintivo de Messi: como buen ídolo moderno, todo está a la vista y documentado, registrado en diversos soportes y repetido profusamente.

En su caso, el mito no se construye a partir del misterio, del relato que repone las zonas sin testigos de una biografía deportiva. Su mito, tal vez más valioso, se elabora con la constatación cotidiana de su enorme talento.

Si bien Maradona fue un cobayo de laboratorio en cuanto a la explosión (y explotación) de la imagen (recuerden, veíamos a Maradona hasta en la sopa), muchas de sus monumentales jugadas y de sus goles más logrados, en su primera juventud, con la remera de Argentinos, se han perdido en la noche de los tiempos.

Sólo han quedado en la retina de un puñado de privilegiados. Por ejemplo, su ya célebre debut, ante Talleres de Córdoba, del cual, a lo sumo, perdura alguna foto en blanco y negro.

Con Pelé o Di Stéfano son contados los documentos. Las pocas imágenes apenas dejan atisbar las características generales, reconstruir un estilo, no una carrera.

¿Quién llevó la cuenta de los 1.200 goles de Pelé? ¿Dónde los hizo? Si bien la cifra es inverosímil, imposible de acreditar, el brasileño defiende esta ficción como justificativo de su lugar central en el podio histórico, lugar que su vanidad le impide someter a una competencia directa.

El relato, matizado con la inveterada costumbre de mejorar el pasado, agiganta los hechos. Y en muchos casos, es el único material disponible para medir la trayectoria de un jugador.

Messi no puede darse ese lujo. Nada de lo que haga quedará librado al recuerdo caprichoso de los espectadores, al sesgo nostálgico. Hasta sus entrenamientos y momentos de descanso están grabados. Lo que le falta o le sobra como futbolista puede determinarse al cabo de la revisión repetida de su íntegra vida laboral.

Por lo tanto, las comparaciones son improcedentes. Al menos que las establezca algún experto longevo que haya visto seguido a Di Stéfano y Pelé. Es decir, alguien que viajara a menudo entre Madrid y Santos en los años cincuenta y sesenta.

Por otra parte, los iconos de la historia que compiten por el número uno con Messi tuvieron su apogeo cuando el fútbol, por lógica, era otro juego. También lo será, con toda seguridad, dentro de veinte años, cuando añoremos a Messi.

Además, el gusto, en un espectáculo como el que nos ocupa, incide más que la estadística a la hora de fijar una preferencia. Los récords y el virtuosismo no lo definen todo en un escenario complejo donde tallan los sentimientos.

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