Julia Pierson fue la primera mujer en liderar la agencia de seguridad más sólida del mundo. El hombre armado en el ascensor y otros fallos.
| octubre 2, 2014
Según reveló el diario de la capital de la nación, tres días antes de ese grave incidente, el 16 de septiembre, Obama compartió ascensor durante una visita al centro de Control de Prevención y Enfermedades (CDC, siglas en inglés) en Atlanta con un empleado subcontratado de seguridad que iba armado y tenía entecedentes penales. De hecho, los agentes del Servicio Secreto acabaron pidiéndole que se identificara ante la extraña actitud del individuo, que no paraba de grabar al presidente con su teléfono móvil.
The Washington Post ha sido quien ha expuesto a la luz pública los errores cometidos por la agencia cuya misión es defender con la vida de sus agentes la del presidente de Estados Unidos. Sobre la intromisión en la Casa Blanca, el Servicio Secreto ofreció en primer lugar una verdad a medias, declarando que Omar González había sido reducido nada más acceder a la residencia presidencial.
Algo parecido sucedió con un incidente ocurrido en noviembre de 2011 y sobre el que el Post ha revelado ahora una fotografía más completa —aunque Pierson no ocupaba el cargo—. Entonces, un hombre disparó con un rifle semiautomático contra la Casa Blanca y no fue hasta cuatro días después cuando el Servicio Secreto admitió lo ocurrido, ya que cuando sucedió se atribuyeron los disparos que dijeron oir algunos agentes a ruidos procedentes de la calle.
Pierson se hizo cargo en 2013 de una agencia que tiene la etiqueta de ser como un club británico masculino del siglo XIX después del escándalo de prostitución vivido en Colombia un año antes. La llegada de una mujer —presencia minoritaria de la agencia, en la que un 90% son hombres— hizo presuponer un cambio de mentalidad y aperturismo.
Con la dimisión de Pierson resuenan hoy las voces que consideran que la única manera de que el Servicio Secreto tome una nueva dirección es nombrando a alguien ajeno a la agencia —Pierson estuvo 30 años en ella—, donde en opinión de Ronald Kessler —autor de varios libros sobre el Servicio Secreto— “se castiga a aquellos que señalan los defectos y se premia a quien los esconde”.