En la segura Austria, las mujeres sufren desamparo ante los feminicidios

Internacional

El número "31" pintado en rojo sangre se destaca en un memorial improvisado en Viena. Es el número de femicidios ocurridos en el año 2021 en Austria, donde los asesinatos de mujeres superan a los de hombres.

Después de un largo tiempo de negar esta realidad, este país centroeuropeo toma conciencia de una cruel paradoja: el número de crímenes mortales es cada vez menor, pero las mujeres son mayoría entre las víctimas, algo raro en la Unión Europea (UE).

Las cifras fluctúan, pero entre 2010 y 2020 319 mujeres fueron asesinadas, principalmente por su pareja o expareja, detalla un estudio solicitado por el gobierno.

Teniendo en cuenta su población de 8,9 millones de habitantes, es una de las tasas más elevadas de la UE según los datos de Eurostat.

Lejos de las grandes protestas organizadas en España o México, la cuestión estaba sumergida en Austria y emergió en el debate público hace poco, después de algunos sucesos particularmente sórdidos.

El 5 de marzo de 2021, una mujer de 35 años presentada como Nadine W. fue estrangulada con un cable en su estanco por su expareja y quemada después. Falleció un mes después en el hospital por las heridas. 

"Brutalidad inusitada"

En abril, el propietario de una tienda de cervezas fue detenido por asesinar a su antigua compañera, madre de sus dos hijos.

El hombre de 43 años, condenado después a cadena perpetua, no era un desconocido: en 2018 había sido acusada por una política ecologista de haberle enviado mensajes privados obscenos en Facebook.

El gobierno lanzó una campaña de sensibilización e intensificó sus esfuerzos reservando casi 25 millones de euros en el nuevo presupuesto de 2022 para luchar contra la violencia hacia las mujeres.

Para que las víctimas no caigan en el olvido, Ana Badhofer empezó a enumerar en un muro de la capital sus nombres.

"Pocos se indignan" por estos crímenes "de brutalidad inusitada", lamenta esta militante, que cita el caso de una joven mujer dejada agonizante frente a una administración en noviembre tras recibir una paliza mortal con un bate de béisbol.

Karin Pfolz, que vivió este infierno durante los diez años de su matrimonio, se acuerda todavía de su extrema soledad.

"No tenías a nadie con quién hablar. Tantas de nosotras se callaban por vergüenza, por miedo a la reacción social", dice esta mujer que ahora visita escuelas para compartir su experiencia.

Desde fuera, la violencia es invisible, los golpes se esconden. "El ojo amoratado es un cliché", cuenta.

Dependencia económica

Proporcionalmente, la tasa de femicidios es muy inferior a Rusia o Brasil, los países más peligrosos.

Pero en un contexto próspero y tranquilo, donde se suele respetar la ley y existe una red de apoyo, "la situación es incomprensible", estima Maria Rösselhumer, responsable de AÖF, la principal gestora de centros de acogida.

Es difícil encontrarle una explicación, pero muchas madres se quedan en casa o trabajan a tiempo parcial en este país católico, con lo que a menudo las mujeres no disponen de medios económicos para dejar a una pareja violenta.

Ganan un 20% menos que los hombres, una brecha salarial solo superada en la Unión Europea por Estonia y Lituania.

En estas condiciones, pocas osan dar el paso. "Cuando te vas, te encuentras en la calle con una bolsa de plástico en una mano y tu hijo en la otra", relata Karin Pfolz.

Al huir, ella se sintió "como una refugiada en su propio país".

Maria Rösselhumer señala también "una falta de respeto real y un desdén hacia las mujeres" en la política, un machismo que se acentuó con la coalición de gobierno entre conservadores y extrema derecha entre 2017 y 2019.

Aunque celebra el despertar de las autoridades, todavía las considera "negligentes".

El país fue criticado en diciembre por la comisaria de derechos humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, que reclamó la movilización de "recursos suficientes" y un "enfoque ambicioso y global".

"Es verdad que se habla mucho del tema ahora", comenta Pfolz. Pero todavía ahora "casi nadie" se ofusca por el maltrato a las mujeres "hasta que no haya una muerte", lamenta.

El recuento ya ha empezado a andar en 2022: una mujer de 42 años asesinada en la mesa durante la cena por su marido con un disparo a la cabeza.