Presidente de Costa Rica enfrenta una investigación judicial

Internacional

El presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, enfrenta una investigación judicial inédita y consecuencias políticas que colocan en una crisis delicada al Gobierno del país centroamericano reconocido por la estabilidad política y la fortaleza de sus instituciones.

Sin llegar aún a la mitad del mandato, el mandatario de 40 años figura como sospechoso en un expediente en el Ministerio Público y recibe un vendaval de críticas de la oposición que han derivado esta semana en la caída del ministro de más confianza del presidente. Además ha visto salir a otros cinco funcionarios de su entorno inmediato, días después del allanamiento policial a la sede de la presidencia como nunca se había visto.

Las denuncias sobre el posible manejo de datos confidenciales en una oficina del presidente Alvarado lo han obligado a suspender actividades públicas y reconocer la necesidad de responder con urgencia a un clima cargado de dudas y críticas, aunque también señala una confluencia de intereses mediáticos, económicos y electorales. Es sospechoso de prevaricar y de violar datos confidenciales, delitos penados con cárcel, en caso de que el Congreso le retirara la inmunidad si el proceso llegara a ese punto.

El mandatario reconoce que se ha agravado una desconfianza de por sí creciente sobre el sistema político. Esto, en medio de una situación fiscal apremiante y una fuerte presión por un desempleo de 12%, entre otras adversidades como el primer caso confirmado de  coronavirus que significaría un revés para el Banco Central si se expande la enfermedad.

Con solo el 15% de las curules en el Congreso y el rechazo de numerosos sectores a propuestas del Gobierno para paliar el mayor déficit fiscal en 40 años,  la administración de Alvarado se apresta a una agria celebración de la mitad del período, el 8 de mayo.

Han pasado dos años desde que triunfó en segunda ronda sobre el predicador Fabricio Alvarado en una campaña polarizada en torno asuntos religiosos, después de que en la primera vuelta solo el 13% había votado por el actual mandatario. En las encuestas publicadas en 2018 y 2019 lo mostraban como un equilibrista en una cuerda floja, valiéndose de apoyos puntuales o momentáneos y con un equipo de ministros multipartidista que ha debido sustituir en un 50%.