Desde el año 2011, Damasco vivió su parte de la Primavera Árabe con protestas y manifestaciones en contra de la familia Al Assad que llevaba ya 40 años en el poder. Las marchas llevaron a una desconexión entre ciertas partes de la población y el Estado, lo que con los años hizo que algunas zonas del país fueran declaradas como fuera de control del gobierno y contaban con el apoyo internacional, dando como inicio la guerra por el control del territorio a la que se sumó más tarde el Estado Islámico.
De acuerdo al Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, cerca de 117.388 civiles, han muerto desde el estallido del conflicto en 2011, entre ellos más de 22.000 niños, esto a raíz de los ataques del régimen sirio y de las milicias aliadas quienes son responsables de la mayoría de las muertes de civiles.
Los combates disminuyeron en 2020 debido al cese el fuego en el noroeste de Siria y de la pandemia del coronavirus contra la que se concentraron los esfuerzos.
Este domingo 14 de marzo, el papa Francisco hizo un llamado desde el Vaticano para poner fin al conflicto y bajar las armas, calificándolo como una de las catástrofes humanitarias más graves de nuestro tiempo. A su vez en pontífice pidió a las partes en conflicto que den muestras de buena voluntad para que la población tenga un rayo de esperanza.